Por la forma en que  las cosas funcionan en nuestra sociedad, cuando una pareja se divorcia, regularmente los hijos y las hijas quedan a cargo de la madre, siendo el padre el que deja la casa perdiendo la convivencia diaria con ellos. Hay muchos padres que luego de su salida mantienen un vínculo estrecho, pero lamentablemente en la mayoría de los casos esto no acontece así, sobretodo cuando los hijos e hijas son adolescentes y jóvenes, que están también en un momento particular de su crecimiento.
Es específicamente a estas familias a las que me referiré en esta ocasión, parejas que luego de 15, 20 o más años de casados se divorcian y sobretodo las chicas se sienten abandonadas por papá. Con mucha frecuencia escucho frases como esta en la consulta: “Ya no le importo”, “Si no lo llamo, el no sabe de mi”, “Ahora solo quiere estar con esa novia que tiene” o una muy fuerte “El cree que me va a comprar con regalos”.
Cuando una adolescente dice cosas como estas lo que está expresando es el amor por papá y el gran dolor que le causa el no poder tenerlo como antes. Incluso en los casos donde la expresión  de afecto no era muy frecuente, tenemos que recordar que a la figura masculina en esta sociedad y en la familia se le ha otorgado el rol  de dar protección y seguridad aunque sea de manera simbólica y ellos sienten que pierden esto con la salida de papá de la casa. El sentir que no hay un hombre en la casa al que pueden acudir en una situación de peligro genera miedo y angustia en estos hijos e hijas aunque los veamos grandes de tamaño y arrogantes en su expresión social.
Papá y mamá, los dos, son los grandes amores de los hijos y las hijas, aunque en apariencia se muestren rebeldes y hasta renieguen de ellos, clínicamente sabemos que justamente a mayor intensidad en estas manifestaciones, más necesidad y lealtad a ellos se guarda. De manera que esa figura, ese modelo, esa presencia, ese afecto, es importante para los chicos y las chicas y no es sustituible por mamá a pesar de los esfuerzos que haga en ello.
Quiero decírselo sobretodo a los hombres, que amparados en la sobre valoración que hace esta sociedad de la maternidad, se han echado a un lado con relación a los hijos y se han convencido de que no son importantes y si lo son, más que eso, necesarios e imprescindibles para el sano desarrollo, tanto de las hijas como de los hijos.
Sabemos que muchas veces el dolor de afrontar las perdidas afectivas y materiales que implica el divorcio, la falta de información, de orientación, los sentimientos de rabia, impotencia o miedo, no dejan ver claro lo más importante, pues hoy quiero decírselo, en este proceso lo más importantes son los hijos y las hijas, ocuparse de llamarlos, buscarlos, seguir haciendo cosas juntos y solos sin la interferencia de nadie y mucho menos de una nueva pareja que como adultos tienen el derecho a vivirla, pero se debe mantener al margen de ellos, mientras no se fortalecen las bases de la nueva situación.
“Papi ya no me llama”
miércoles, 16 de febrero de 2011
Publicado por
Daniel Urbáez.  email.aftali05@hotmail.com
en
9:34
 
 
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