Con 12 años de edad, Brunilda (nombre ficticio) llevaba varios años tratando de aprobar el primer grado de la educación básica en una escuela pública de Los Alcarrizos, pues, debido a los problemas psíquicos, emocionales y traumáticos provocados por la violación sexual de su padrastro y la falta de protección de su madre no lograba concentrarse en sus estudios.
El abuso sexual constituye la segunda violación más frecuente que se inflige en las niñas en este país, luego del castigo físico y psicológico como forma de corrección, situación que se repite con frecuencia en los hogares dominicanos, principalmente en los sectores marginados, por el estado de hacinamiento en que viven.
La psicóloga clínica y terapeuta familiar, Rafaela Burgos, señala que una niña víctima de abuso posiblemente manifiesta conductas extremas: demasiado agresiva, triste, aislada, dificultades para socializar, y muchas veces va a mostrar miedo, pesadillas, problemas de alimentación y una serie de síntomas que indican que algo puede estar pasando.
Al cabo de un tiempo logró hacerse amiga de su alumna y pudo modificar su comportamiento. Fue entonces cuando Brunilda le confesó que estaba siendo víctima de abuso sexual por parte de su padrasto, quién solía entrar a su habitación cuando dormía, con el agravante de que la amenazaba para que no se lo contara a nadie.
de que si él intentaba tocarla no lo lograra.
La conductaSegún Burgos, en la infancia la conducta de un niño abusado se manifiesta en excesiva curiosidad, masturbación muy frecuente, tendencia constante a los sexual: tocarse y hablar de temas sexuales.
Mientras que en la adolescencia se conecta con el despertar sexual, y pudiera aparecer un conocimiento sexual precoz o a veces con temor a los temas sexuales o dilación en ellos. “Se sale de las clases de educación sexual, se siente avergonzado y posteriormente puede presentar conductas múltiples, como depresión, ansiedad extrema, trastornos del sueño, conducta sexual satanizada y posibles problemas en la relación de pareja”, dice.
Si la experiencia ha ocurrido con personas del mismo sexo, provoca confusión de la identidad sexual. “Muchas veces encontramos que varones que han sido abusados por hombres tienen la idea de que por esa razón son homosexuales”, apuntó Burgos.
El abuso sexual constituye la segunda violación más frecuente que se inflige en las niñas en este país, luego del castigo físico y psicológico como forma de corrección, situación que se repite con frecuencia en los hogares dominicanos, principalmente en los sectores marginados, por el estado de hacinamiento en que viven.
La psicóloga clínica y terapeuta familiar, Rafaela Burgos, señala que una niña víctima de abuso posiblemente manifiesta conductas extremas: demasiado agresiva, triste, aislada, dificultades para socializar, y muchas veces va a mostrar miedo, pesadillas, problemas de alimentación y una serie de síntomas que indican que algo puede estar pasando.
Cuando una niña se embaraza se ancla en la pobreza, se convierte en madre abandonada que tiene que criar sola”. 
La maestra de Brunilda descubrió que ella estaba siendo abusada por su padrastro tras un seguimiento constante que procuraba ayudarle a superar el grado que cursaba. Su interés comenzó al ver la conducta de la niña en el curso: utilizaba palabras obscenas para dirigirse a sus compañeros y no lograba concentrarse en el aula.Al cabo de un tiempo logró hacerse amiga de su alumna y pudo modificar su comportamiento. Fue entonces cuando Brunilda le confesó que estaba siendo víctima de abuso sexual por parte de su padrasto, quién solía entrar a su habitación cuando dormía, con el agravante de que la amenazaba para que no se lo contara a nadie.
Aunque se piensa que las niñas están en mayor riesgo, los varones son más vulnerables al abuso sexual”.
No obstante, la niña le contó lo que estaba ocurriendo a su madre, quien reaccionó pidiéndole que guarde silencio, porque eso le podía traer consecuencias muy graves que hasta podrían ser funestas. Su recomendación fue que cuando su padrastro la llamara no fuera y que tratara de no vestirse bien señida a fin de que si él intentaba tocarla no lo lograra.
La conductaSegún Burgos, en la infancia la conducta de un niño abusado se manifiesta en excesiva curiosidad, masturbación muy frecuente, tendencia constante a los sexual: tocarse y hablar de temas sexuales.
Mientras que en la adolescencia se conecta con el despertar sexual, y pudiera aparecer un conocimiento sexual precoz o a veces con temor a los temas sexuales o dilación en ellos. “Se sale de las clases de educación sexual, se siente avergonzado y posteriormente puede presentar conductas múltiples, como depresión, ansiedad extrema, trastornos del sueño, conducta sexual satanizada y posibles problemas en la relación de pareja”, dice.
Si la experiencia ha ocurrido con personas del mismo sexo, provoca confusión de la identidad sexual. “Muchas veces encontramos que varones que han sido abusados por hombres tienen la idea de que por esa razón son homosexuales”, apuntó Burgos.
 
 


 
 
 
 







0 comentarios:
Publicar un comentario